tu Santidad Inmaculada no te ha sustraído la espada del dolor,
más al pie de la cruz permaneces firme en la fe,
has creído al amor del Padre viendo a Tu hijo crucificado.
¡Oh Virgen Dolorosa! a ti te presento confiadamente mis penas,
te pido humildemente consolarme a la cruz de Jesús,
para que se transforme este sufrimiento
en un instrumento de salvación para mi alma y para toda la humanidad.
Madre del amor que vences el dolor, ora por mí. Amén.
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