Esa costumbre mía de llamar por teléfono al cumpleañero y cantarle un párrafo completo del tan conocido "Happy birthday" o "Feliz Cumpleaños", me da la seguridad que por lo menos una persona se lo cantará. Y es que llega una edad en la que ya obviamos el canto. Ya no hay la torta con la cantidad de velas exactas (una por cada año), los amigos y la familia al rededor de uno y todos cantándole al cumpleañero esa famosa melodía.
Pero por qué privarnos de escuchar algo que al mismo tiempo de felicitar puede recordarnos nuestra época más infante o púber. Es agradable, por lo menos por teléfono. Tal vez ya no tanto con tanta gente y con cantidad de velas (sobre todo si éstas delatan la edad). A mí me gusta cantarle al cumpleañero al teléfono. Así puede apreciar que es un canto exclusivo, con cantante también exclusivo, puede notar que soy entonada y puede deleitarse con mi dulce y suave voz. Es atención personalizada.
Hoy, hace unos minutos, lo hice dos veces, a dos amigos muy queridos; a dos números telefónicos distintos, a dos géneros distintos y encontré dos situaciones distintas. Él dormía. Ella miraba la TV. Ambos contentos de mi saludo y de mi canto. Yo más feliz por haberlos saludado al iniciar su día de cumpleaños.
"Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños Guidito, feliz cumpleaños a ti".
"Happy birthday to you, happy birthday to you, happy birthday Luchita, happy birthday to you".
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